CRONICA DE LOS ACONTECIMIENTOS
Aparece de repente, entre la niebla de
una madrugada de invierno, en el cementerio de Turín. No tiene nombre, no tiene
recuerdos, no tiene pasado. Da comienzo así un caso desconcertante que durante
mucho tiempo centrará el interés del público, levantando polémicas y
discusiones sin fin.
Cementerio
dónde apareció el vagabundo
En
la mañana del 10 de marzo de 1926, a las 9 horas, Tommaso Cibrario,
guardián del cementerio de Turín, ve perfilarse en la niebla la alta silueta de
un individuo de unos cuarenta-cincuenta años, miserablemente vestido y que
camina vacilante. Al notar que le observan, el
desconocido acelera el paso, mientras se ciñe el gabán que, a la altura del
pecho, presenta un extraño bulto. «Deténgase, señor», conmina Cibrario. El
hombre echa a correr, pero antes de ser alcanzado y detenido saca del pecho un
jarrón de bronce y lo lanza lejos. Luego se dirige al guardián con la voz rota
por la emoción: «No me arruine.;, no me arruine...». Pero los gritos de
Cibrario han atraído a algunas personas, entre las que se encuentra un guardia
urbano. El desconocido es llevado a la comisaría, donde, derrumbado en una
silla, espera que le interroguen. Con voz rota por la angustia, pronuncia
breves y desesperadas frases: «La guerra... la guerra... una familia
destruida...es la ruina... el fin».
Cuando
le solicitan que facilite sus datos, dice que no recuerda nada, ni siquiera su
nombre. No lleva ningún documento, sólo un cartoncito con el dibujo de una flor
y una dedicatoria «A mi querido papá, muchas felicidades. Giuseppino». Mientras
lo trasladan al despacho de un alto funcionario, trata de matarse golpeándose
la cabeza contra una columna.
El protagonista es un individuo que
representa unos cuarenta y cinco y cincuenta años. Interrogado por la policía,
responde con frases sin terminar, con palabras sueltas que no significan nada.
Su angustia es evidente: la desesperación le impulsa a tratar de quitarse la
vida golpeándose la cabeza contra una pared.
Manicomio donde fue internadoDesde la comisaría es trasladado al manicomio de Collegno, con la indicación siguiente: «Desconocido, con tendencias suicidas». En Collegno, el misterioso individuo manifiesta una mejoría continua, en sus condiciones generales, muestra, poco a poco, síntomas de recuperación: se tranquiliza, lee mucho, escribe un diario .Pero en cuanto a su pasado no hay nada que hacer: la amnesia sigue siendo total. Los médicos deciden publicar su fotografía en una revista semanal. Es el 6 de febrero de 1927. Su publicación da lugar a dos reconocimientos: la señora Canella y la señora Bruneri lo reclaman como marido, mientras el misterio de su identidad real apasiona tanto a toda Italia, que se divide en dos bandos opuestos: canelistas y brunerianos.
Un profesor universitario de
Padua, Renzo Canella, cree reconocer en la foto a su hermano Giulio, dado por
perdido en Macedonia durante la guerra. Posteriormente el amnésico es
reconocido también por su mujer, Giulia. El caso parece resuelto, pero el 12de
marzo, un golpe de escena vuelve a poner todo en tela de juicio: una carta
anónima informa a la comisaría de Turín que el desconocido no es Giulio
Canella, sino Mario Bruneri, extipógrafo, buscado por la policía por toda una
serie de estafas.
Se convoca a la mujer de Bruneri.
Tampoco ella tiene dudas: «Es mi marido», afirma.
Mientras, en el manicomio de Colegno, el amnésico es sometido a una nueva serie
de reconocimientos e interrogatorios, mientras el número de testigos que
aseguran saber toda la verdad crece día a día. Por una ironía del destino,
todos los indicios obtenidos parecen tener dos caras y se adaptan tanto a Canella
como a Bruneri.
Aquél era profesor de Letras, mientras que la cultura de Bruñen dejaba bastante
que desear: un detalle importante, porque el amnésico durante su permanencia en
Collegno, había escrito mucho citando numerosas frases en latín. Otros puntos
oscuros se refieren a la estatura (Bruneri medía 1,72metros; Canella, 1,77; el
desconocido, 1,73), las marcas, la caligrafía, las costumbres y el dialecto:
Bruneri era turinés; Canella, véneto, y algunos testigos afirman haber oído
hablar al desconocido en piamontés, otros en véneto.
En medio de todo este jaleo, el amnésico afirma a veces ser Brunelli y o tras
veces dice que es Canella. El asunto acaba ante los tribunales y dura cuatro
años: el 23 de diciembre de 1927, el tribunal penal de Turín declara no
comprobada la identidad entre el desconocido y Mario Bruneri (sobre el que
pesan tres órdenes de captura por estafa); pero el 22 de octubre de 1928, un
tribunal civil le atribuye al desconocido esta identidad, siendo después
confirmada la sentencia en apelación al año siguiente. Pero el Tribunal de
Casación envía las actas al Tribunal de Apelación de Florencia: un nuevo
juicio, el 7 de abril de1931, confirma que el desconocido era efectivamente
Mario Bruneri.
Llegados a este punto, la historia parece haber quedado clara, pero gran parte
de la opinión pública sigue teniendo dudas en parte porque los representantes
legales de la familia Canella lucharon hasta el fin manteniendo la tesis de un
intercambio de persona: éste habría tenido lugar en la comisaría de Turín,
donde el perseguido Bruneri habría tomado el lugar del pobre Canella, en estado
de semi enfermedad mental, desapareciendo tras cambiar sus ropas. El último
acto se produce en 1941, tras la muerte del pobre desventurado, cuando los
periódicos publican una carta en la que un alto prelado declara que según la
Iglesia, el amnésico de Collegno no era Bruneri, sino Canella. Y de nuevo se
enciende la polémica.
Mario
Bruneri era jefe de máquinas en una tipografía de Turín y estaba casado con
Rosa Negro, hija de un profesor de educación básica. Fruto del matrimonio
nació, en 1914, un hijo llamado Giuseppino. Autodidacta, culturalmente se
encontraba por encima de su condición social y del grado de instrucción
recibido (había sólo realizado estudios elementales). Leía mucho y realizaba
—con resultados muy discutibles— algunos trabajos literarios. Al estallar la
primera guerra mundial, el extipógrafo se libra de combatir gracias a la leve
sordera que padecía y regresa a Turín, donde trabaja como obrero militarizado:
mientras tanto, su esposa había regresado a casa de sus padres, mientras el
hijo ingresaba en un instituto salesiano. En 1918, en una epidemia, contrajo la
terrible gripe española y, durante algún tiempo, estuvo entre la vida y la
muerte. Luego sanó tras una operación en el pulmón izquierdo. La adaptación al
mundo de la posguerra fue, para Bruneri, como para muchos otros, muy difícil.
Se convirtió en un vagabundo y ladronzuelo, acompañado siempre por prostitutas,
hasta que una de ellas, Canilla Ghidini, conocida como Milly, se convirtió en
su amante fija y su compañera de aventuras y privaciones. Para salir adelante,
el tipógrafo organizó una serie de estafas pasando algunas temporadas en la
cárcel.
¿Quien
era Giulio Canella?
El profesor Giulio Canella, doctorado en
Filosofía y Letras, fue designado, en 1911, como director de las escuelas normales
de Verona. Dos años más tarde contrajo matrimonio con su prima Giulia. Canella
dedicó casi la totalidad de su vida al estudio: de formación católica, fundó
una revista de filosofía neoescolástica y escribió numerosos ensayos
filosóficos y literarios.
Canella
En 1915, la felicidad de la familia Canella, que mientras tanto había aumentado con dos hijos, se vio turbada con la llamada a filas, totalmente imprevista, del profesor. En 1916 el capitán Canella embarcó en Taranto con destino a Macedonia.
El 15 de noviembre de 1916, tras partir de Nitzopole con sus soldados para ocupar posición en el monte Peristeri, sufrió una emboscada de los búlgaros. El resultado fue dramático: solo unos sesenta hombres de la compañía resultaron ilesos, veintidós heridos y unos cien prisioneros, entre los que se encontraba el capitán Canella. Desde entonces nada más se supo de él.
En 1915, la felicidad de la familia Canella, que mientras tanto había aumentado con dos hijos, se vio turbada con la llamada a filas, totalmente imprevista, del profesor. En 1916 el capitán Canella embarcó en Taranto con destino a Macedonia.
El 15 de noviembre de 1916, tras partir de Nitzopole con sus soldados para ocupar posición en el monte Peristeri, sufrió una emboscada de los búlgaros. El resultado fue dramático: solo unos sesenta hombres de la compañía resultaron ilesos, veintidós heridos y unos cien prisioneros, entre los que se encontraba el capitán Canella. Desde entonces nada más se supo de él.
EPILOGO
El hombre protagonista de este clamoroso
caso murió en Brasil, en diciembre de 1941. En aquél país desarrolló una
intensa actividad literaria.
Pero aún hoy la duda sigue viva:
¿Quién fue en realidad el desconocido de Collegno?
Pero aún hoy la duda sigue viva:
¿Quién fue en realidad el desconocido de Collegno?