Realidad Vs Lo leído


   El lenguaje literario


    Marcel Proust:  No hay paraíso hasta que se ha perdido.



    A) – Introducción. La ficción

     La literatura mantiene una relación especial con la realidad. La obra literaria es una invención, un producto de la imaginación de su autor: una ficción. El escritor no copia literalmente la realidad. No se puede decir que el mundo representado en la obra, los personajes o los hechos sean verdaderos o falsos. La literatura habla de entidades que no requieren verificación fuera de los límites de la obra misma. Aunque, en cierto sentido, sea copia de la realidad, es ante todo una reelaboración que no cabe confundir con la propia realidad.

     Hay textos literarios que se distancian con gran claridad del mundo real: la literatura fantástica; otros permanecen más cercanos: la literatura realista. Pero incluso en este caso hay una manipulación de los datos reales que los apartan de la verdad histórica. Esta actitud, inadmisible en el historiador, es aceptable para el creador literario.

     El criterio que rige la creación literaria no es la verdad, sino la verosimilitud. Toda obra tiene que contar las cosas de un modo coherente y creíble dentro del mundo creado. Se rige por sus propias normas, lo que se conoce como lógica interna.

     Todo ello se transmite con lo que se conoce como lenguaje literario, que es, básicamente, la lengua estándar en la que se introducen palabras poco usuales (cultismos, voces inusitadas, extranjerismos, arcaísmos, etc.) y que se somete normalmente a una voluntad de forma. Por una parte, tiene muchos rasgos que lo acercan a la lengua escrita culta; pero por otra, es frecuente que aparezcan en él giros coloquiales y hasta vulgares, para producir ciertos efectos expresivos.


    1 - Artificios lingüísticos. Función poética

     En la literatura suele emplearse el idioma para llamar la atención sobre sí mismo (figuras literarias), sobre cómo están dichas las cosas. El escritor debe atraer la atención del lector y ha de usar, con ese fin, los artificios adecuados.

     Cuando el lenguaje se utiliza para producir belleza, para llamar la atención sobre sí mismo, actúa en él la función poética. Lo importante no es tanto lo que se dice sino cómo se dice. El escritor pretende suscitar en el receptor una serie de sensaciones de belleza, creatividad y originalidad a través de la forma de su mensaje. Son válidos todos los recursos expresivos. Esta función aparece también en el lenguaje coloquial; cualquier persona, al construir su mensaje, selecciona de manera consciente o inconsciente las palabras, las inflexiones de la voz o los tipos de oraciones para conseguir una transmisión más eficaz de aquello que se pretende comunicar.


    2 - El texto literario como acto de comunicación

     El texto literario funciona como un acto de comunicación que posee las siguientes características:

     Es resultado de una creación que el autor destina a que perdure y se conserve exactamente con la misma forma original.

     La comunicación que la obra literaria establece con el lector es unilateral, el lector no establece relación directa con el autor, sino sólo con el mensaje, con su obra (comunicación diferida). Y ello, cuando él lo desea. De esa manera, la iniciativa del contacto comunicativo corresponde al receptor.

     La obra no se dirige a un destinatario concreto, sino a receptores desconocidos, muchos o pocos, actuales o futuros (receptor universal).

     La comunicación literaria es desinteresada, no tiene una finalidad práctica inmediata. Por el contrario, posee una naturaleza estética, es decir, pretende producir las reacciones que en el ánimo suscita lo bello. Sin dejar de ser cierto lo anterior, no lo es menos que, a veces, algunos autores escriben literatura para favorecer una determinada causa, para promover un cambio en la sociedad, para denunciar una situación.


    B) - Rasgos diferenciales

     El límite que separa al lenguaje literario de otros tipos de lenguaje es muy difuso. Muchos escritos de carácter periodístico o científico pueden ser considerados como verdaderas piezas literarias.

     La extensión de un texto literario no es un rasgo distintivo, puesto que es muy variable, desde un par de versos hasta cientos y miles de páginas.

     Así pues, el texto literario posee unas características internas sumamente peculiares pero, a la vez, difíciles de aislar. Comparte un buen número de ellas con otras clases de textos: el mensaje publicitario, el eslogan, el texto periodístico, etc.


    1 - Carácter desinteresado

     Explicado más arriba.


    2 – Polisemia (plurisignificación)

    El texto literario se presta a múltiples interpretaciones o lecturas; en teoría,    a tantas como lectores y oyentes. Y ello no perturba la comunicación; por el contrario, muchos lectores que muestran entusiasmo por una obra literaria no la entienden, o la comprenden de un modo deficiente y superficial. Pero la comunicación resulta satisfactoria. Esto no puede ocurrir en los mensajes ordinarios o en otros mensajes de finalidad práctica, pues daría lugar a errores.


   3 – Carácter connotativo

    Las palabras adquieren nuevos significados. El lector da al texto un sentido más allá del significado de las palabras consideradas aisladamente. La obra literaria es tanto sugerencia como transmisión directa de contenidos. Para algunos la obra literaria consta de dos partes: la escritura, por parte del autor, y la lectura, por parte del lector; él es quien la completa, y debe conocer, además del código lingüístico, otros códigos culturales implícitos en la obra.

           

    3 – Originalidad

   El autor busca cierto grado de originalidad. Crea un lenguaje personal y observa la realidad desde perspectivas novedosas. Intenta expresar matices, sutilezas, profundidades que difícilmente aprecia una mirada habitual.


    4 - Recursos literarios

     Según la Retórica tradicional, son figuras literarias todos los recursos expresivos: fónicos, sintácticos, semánticos... que se utilizan para adornar e intensificar el discurso.  Muchas de ellas se basan en la repetición y en el paralelismo. La repetición produce efectos rítmicos tanto en verso como en prosa. Puede conferir brillo a cualquier tipo de prosa, aunque el abuso de las construcciones rítmicas entraña el riesgo de caer en la excesiva musicalidad o en el sonsonete.

     Se han descrito varios centenares de figuras posibles.

     Uno de los recursos que de forma más general caracterizan al lenguaje literario es el uso de una adjetivación especial, el uso de epítetos. Los epítetos son adjetivos ornamentales, no estrictamente necesarios para la comprensión de un mensaje. El buen escritor busca evitar los epítetos triviales y, en general, prescindir de los que no produzcan efecto de novedad.

     El lenguaje literario posee un alto grado de elaboración.



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